Quiero invitarles a que reflexionen conmigo acerca de un tema muy de moda en nuestros días: la tolerancia. En realidad como cristianos y como ciudadanos de unos derechos fundamentales debemos estar muy alertas para saber qué cosas estaríamos en posibilidad de tolerar y que otras cosas definitivamente no son objetos de tolerancia. Si no tenemos clara esta diferencia podemos fácilmente incurrir en actitudes permisivas que muy seguramente el Señor nos tomará en cuenta por no haber tomado una postura radical al momento de defender un hecho aun a sabiendas que el acto es irreprochable.
Analicemos el siguiente ejemplo: En cierta ocasión en un lugar público estaba fumando un hombre. Una mujer que estaba muy cerca de él se le acercó y le dijo: ‘diculpe, el humo del cigarrillo me hace daño para la salud’ a lo que el hombre muy alterado respondió, ‘estamos en un lugar público y yo tengo todo el derecho de fumar así que si le molesta mucho váyase a otro lugar porque yo no voy a dejar de fumar.’ Ante la respuesta arrogante del hombre, la mujer no tuvo otro camino que el de abandonar el lugar.
Pero, ¿qué significa la palabra tolerancia? El diccionario nos dice que proviene del latin “tolerare” que significa “sostener” o “soportar”.
De acuerdo al origen de la palabra y al ejemplo citado podemos definirla entonces como: El soportar aquello que es contrario a lo que queremos y que por ende nos vemos obligados a aceptar porque no se puede hacer otra cosa.
Se hace evidente entonces que bajo el nombre de tolerancia se hacen manifiestas conductas que muestran de plano la intolerancia. Definitivamente no podemos ser tolerantes con algo en lo que no estamos de acuerdo y que además va en contra de nuestros principios y creencias.
La conducta del hombre fue de intolerancia, ni siquiera se tomó el trabajo de analizar si la mujer tenía o no algo de razón en lo que le dijo. Máxime si ella le dijo que era por problemas de salud. Es la vida de una persona la que puede estar en juego y ni aun así fue sensible el hombre; su conducta es denunciable y su arbitrariedad no tuvo límite alguno. Por donde quiera que se mire fue un acto de injusticia flagrante. El hombre no sólo está poniendo en peligro la salud de la mujer si no también el de muchas otras personas que terminan siendo fumadores pasivos porque no les queda otra opción.
La pregunta radica en lo siguiente: ¿Podemos pensar que existe tolerancia cuando en muchos casos siempre una sola persona termina cediendo sus derechos frente a las exigencias de otra que se cree superior y con más derechos?
Es verdad que debemos hacer todo lo posible para lograr vivir en un ambiente de paz y armonia, pero, ¿a qué precio?
Particularmente creo que no podemos renunciar a nuestros principios por el sólo hecho de satisfacer el capricho y las exigencias de personas que piensan egoístamente en su propia satisfacción y “bienestar”.
La tolerancia sólo se puede lograr en un espíritu de unidad, por eso es imposible ser tolerante frente a los impíos. Sólo cuando existe la capacidad conciente de entender que frente a Dios todos somos iguales entenderemos el verdadero significado de la tolerancia, de lo contrario, mas que ser tolerantes nos volvemos permisivos y la permisividad nos lleva a dejar hacer, dejar pasar sin tener un razonamiento lógico.
Como cristianos tenemos que sentar un precedente sabiendo que hay cosas que son objeto de tolerar y otras que indiscutiblemente no son objeto de ello.
La Palabra de Dios en Mateo 6:24 nos enseña que no podemos servir a dos señores, entonces cómo es que podemos defender una creencia pero al mismo tiempo estar de acuerdo con otra en la que no creemos? O defiendes tus creencias o terminas tácitamente creyendo lo que los demás creen.
Cuando estudiamos la Biblia, en muchos pasajes leemos que Jesús fue misericordioso, benevolente, piadoso, amoroso pero nunca aparece como tolerante.
Mateo 13: 24 habla acerca de la Parábola del trigo y la cizaña; se piensa que este es el únco caso en el que Jesús fue tolerante pero sólo para guardar el trigo, que en tal caso es el ramanente fiel de la iglesia.
En el versículo 30 Jesús dice ‘... yo diré a los segadores’. Con estas palabras podemos deducir que si bien es cierto que Jesús fue tolerante para preservar la semilla de trigo, no es menos cierto que dejó un precedente al decir que lo denunciaría a los segadores es decir que el hecho no se quedaría impune. Nosotros estamos obligados a ser tolerantes sólo si una conducta no atenta contra las normas morales y éticas y, de ser así, estamos obligados a denunciar el acto de intolerancia dejando clara nuestra convicción frente al hecho.
Tenemos que ser fuertes y defender con convicción nuestras creencias porque la tolerancia se convierte en debilidad para unos y fortaleza para otros.
Si todo lo toleramos terminamos como la anécdota de la ranita que se metió en la olla de agua y estaba bien cómoda nadando en ella. Lo que ella ignoraba era que el agua iba a ser puesta al fuego y que, sin ser muy notorios los cambios, su final no iba a ser el mejor.
Les invito a reflexionar en el libro de Judas 3 para que ustedes mismos y bajo la guia del Espíritu Santo saquen sus propias conclusiones.
